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Además de los 20 mil títulos entre vallenato, salsa, música tropical, balada, bolero, músicas del mundo, entre otros géneros, Javier Fernández Maestre (Manaure, Cesar), se da el gustazo de ostentar, para muchos, un envidiable archivo fotográfico con las leyendas de la melodía de acordeones como Alfredo Gutiérrez, Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Poncho y Emiliano Zuleta, Iván Villazón, Omar Geles, entre una larga lista de juglares, compositores y acordeonistas que han pasado por sus micrófonos de Olímpica Stereo, en Valledupar, no en vano, la Capital Mundial del Vallenato.
Fernández Maestre, locutor empírico, con treinta años de oficio y experiencia en la radio, es de los escasos profesionales que, para fortuna de la audiencia, quedan en Colombia, la mayoría desplazados por el monstruo arrasador de la globalización, la sofisticada tecnología y las caras bonitas.
Javier hace memoria de su ‘primera juventud’, cuando se encerraba en su cuarto, con las manos en los oídos, probándose con su voz de trueno como lector de noticias en los periódicos del día, con esa ‘jaba’ (fiebre) de ser algún día la voz admirada y respetada de Gustavo Niño Mendoza, modelo a seguir por varias generaciones de locutores.
Así se inició en Radio Guatapurí, como presentador de baladas, y esporádicamente como lector de noticias, de la mano de quien considera su maestro en la prosa, en la fluidez, la dicción y la disciplina: Isaac León Durán.
Allí, entre consolas y equipos rudimentarios, conoció y emparentó con otras figuras reconocidas del dial en Valledupar como Jaime Pérez Parodi y Celso Guerra, que con Isaac León Durán, han sobresalido como las tres voces más versadas y autorizadas en materia de vallenato.
Ellos, y el voraz apetito de un muchacho que quería trascender no sólo como locutor de estirpe sino como un aventajado cultor de la música vernácula, le otorgaron las raíces para forjar el enorme y frondoso árbol que tantos frutos le ha proporcionado al género más popular y difundido en Colombia, y el más emblemático en el extranjero: el vallenato.
Desde su cabina y a primera hora del día, Javier, durante todos estos años, ha sido el vigoroso y constante impulsor de las nuevas voces y producciones vallenatas, ya que en esta emisora se producen a menudo los lanzamientos a nivel mundial, si se tiene en cuenta el audio que registra la página web.
Hay que ver los tumultos que se hacen alrededor de la citada estación radial cuando se anuncia el lanzamiento de un disco, como sucedió recientemente con el nuevo álbum de Jorgito Celedón y Jimmy Zambrano. Muchas veces se hace necesaria la presencia de la fuerza pública para controlar la euforia de la aglomeración.
Fernández, que en su momento ofició como presentador y animador de orquestas, maestro de ceremonias de Jorge Oñate y Los Betos, y que fue empresario, pero la desmesura tributaria lo obligó a retirarse, recibe al cronista en su cabina, una vez culminado su segmento matutino, ‘Temprano es más bacano’, entre compañeros, un espacio donde se percibe el alto voltaje de la alegría, el optimismo, la vibración y esa camaradería que sólo se puede sentir en la emisora vallenata más importante de Colombia y el mundo.
Al aire.
Con ese vozarrón que te gastas, Javier, ¿nunca te dio por probarte como cantante?
“A mí de pelado me gustaba cantar, pero no salí del salón de clases y de la ducha. Cantaba boleros, baladas, uno que otro vallenato, pero años después, ya como locutor, me animé a grabar una letra de Chuto Díaz, que es un homenaje a los profesionales de la radio. De eso hace ya quince años”.
¿Lo tuyo siempre ha sido la radio?
“Desde que tengo uso de razón. Es más, yo he sido más de radio que de televisión. Y, toda la vida, a nivel informativo, he sido un fiel seguidor de Caracol”.
¿Cómo sientes el desplazamiento y la desaparición de esas grandes voces que ha dado la radio en los últimos treinta años?
“Siento una profunda nostalgia por esas figuras que enriquecieron por años el mundo de la radiodifusión. Grandes maestros como Juan Harvey Caicedo, Jorge Antonio Vega, Juan Caballero, Gustavo Niño Mendoza, entre otros, a quien estimo en su enorme calidad humana y profesional”.
¿Has recibido propuestas para cambiar de patio radial?
“Hace cuatro años recibí una que me hizo desvelar noches enteras. Me la hizo Caracol por intermedio de su presidente Ricardo Alarcón, para trabajar en Bogotá. Yo lo consulté con mi esposa, con mi hermano Luis Fabián Fernández (actual alcalde de Valledupar), y te cuento que sentí pánico escénico, porque yo soy un provinciano, un hombre del pueblo, y no me veía de vestido y corbata, en la gran ciudad, entre destacados profesionales del periodismo y la vida nacional”.
¿Y qué pasó entonces?
“Mi hermano, que en ese momento estaba haciendo campaña para la Alcaldía, me pidió el favor que no lo abandonara en ese instante crucial de su vida. Agregado a esto, los directivos de Olímpica me llamaron y me dijeron que la emisora me necesitaba, que tantos años al frente de ella no podía echarlos por la borda. Todo eso y el amor por mi familia, mis hijos y mi tierra, hicieron que desistiera de esa propuesta”.
¿Qué es para ti un locutor?
“Es un transmisor de alegría, de optimismo, de buena energía. En mi caso es mi mejor terapia de vida, porque cuando yo ingreso a cabina dejo afuera todos mis problemas y angustias. Y salgo renovado”.
Tú que has hecho a tantas figuras del vallenato, ¿también recibes trabajos de esos artistas desconocidos que no tienen padrinos y que se desplazan de regiones remotas en busca de una oportunidad?
“Yo recibo todo tipo de material, lo escucho y si tiene fuerza y contenido, no dudo en ponerlo. Y si llegan sin padrinos, mejor”.
De tantos casos, ¿uno en especial?
“Sólo nombrar uno: Peter Manjarrés, quien llegó recomendado de Bogotá por César Jaimes, cuando este dirigía la emisora en la capital. El mismo César me invitó a una taberna a escuchar uno de sus primeros éxitos, ‘Es mejor no querer tanto’, y no dudé en promocionarlo. Esa fue la entrada triunfal de Peter hace diez años”.
¿Qué tipo de vallenato te toca las fibras?
“El buen vallenato, el vallenato clásico, de letra bonita y bien cantada. Y en este terreno no me preguntes por uno0 sólo, desde Alejo Durán, pasando por Juancho Polo Valencia, Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Iván Villazón, Silvio Brito, Rafael Orozco, entre tantos”.
¿Cuál es el fenómeno del vallenato en este momento?
“Se llama Martín Elías Díaz Acosta, hijo de Diomedes, a quien llaman ‘El Terremoto’. Tiene la voz, el carisma y el magnetismo de su padre. Aquí en Valledupar es el Rey y en la Costa y en varias ciudades del país, está arrasando”.
¿Con qué música parrandeas?
“Paradójicamente con música que no suena en radio: Plinio Rico, Humberto Herrera, Socio Celedón, de una extensa lista de artistas desconocidos que alguna vez grabaron pero que no pegaron”.
¿Y qué te puede ‘jalar’ a parrandear?
“Mi cumpleaños, que es el 11 de mayo. Ahí sí me la pego con mi familia, con mis amigos, con muchos de los artistas que circulan por la emisora. Y eso es desde que amanece hasta que el cuerpo aguante”.
Publicación del Periódico El Espacio
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