El referente más importante de la cultura popular urbana y la música campesina en Colombia, y socio SAYCO, fue reconocido por su contribución a la pureza de la música, los saberes campesinos y el folclor colombiano.
Cuando Jorge Velosa y los Carrangueros de Ráquira se disponían a trasladarse a su presentación en el Madison Square Garden de New York, en 1981, el chofer de la limusina no los quiso montar. Tenían una rara apariencia y no encajaban con el talante altivo y pretencioso de los célebres artistas vestidos con lujos que pasaban por aquel templo. Ellos iban de sombrero, ruana, abarcas y pantalones de dill de otros tiempos.
Velosa debió estar agradecido por aquel desplante, porque era justo parte de la raíz de su cultura y la razón de estar allí para que conocieran su canto. Ese rasgo propio de la vida campesina, su simpleza y sabiduría, el canto y hablar puro de su región natal boyacense es la expresión musical de Jorge Velosa, quien recibió un Doctorado Honoris Causa en Lenguaje y Cultura como reconocimiento a la difusión de la música autóctona del altiplano colombiano y a la preservación de sus tradiciones culturales.
“Soy hijo de campesino y lo canto con orgullo, campesinos son los míos…que vivan los campesinos y que los dejen vivir, que el campo sin campesino existe sin existir”, dijo en su discurso en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, un emotivo y rico palabrerío de su tierra que evocó en pasajes de cantos y estrofas espontáneas con su conocido humor y picardía boyacenses. “Lo poco que cuesta un tiple y lo bonito que suena, lo mucho que cuesta un rifle y lo tan feroz que truena”, también cantó el juglar y orgulloso socio Sayco de 71 años y más de 50 de vida musical.
Velosa, ataviado de ruana, sombrero y guacharaca, recordó que su crianza y su influencia campesinas formaron toda la prosa de su música, por eso “es un reconocimiento a su vida, su lengua y su cultura”, dijo el artista que no le gusta que lo llamen artista porque ante todo le gusta ser campesino, aunque tenga ancestro portugués, “para no perder el rastro sencillo del habla y de la vida”.
“De pites, jemes y palmos; de cascarrias y de bojos; de cubios, nabos y rubios; de burrios y carcañales; de ventosos y torzones; de chirrinches y guarapos y de chichas y venteras; de jumaos y jincheras; de ruanas y pañolones; de jolgorios y conversas…”, retahílas que fue recitando Velosa como homenaje al dialecto boyacense, que se ha ido perdiendo por la transculturación y la influencia de las nuevas modas en el folclor colombiano.
Velosa ha logrado con sabiduría y gracia incluir en su repertorio musical el habla y las tradiciones de su tierra, su carácter fiestero y alegre, la jocosidad, el respeto por la naturaleza y la crítica social, y eso lo hace uno de los cantores de música popular más auténticos del país. Canciones como “La cucharita”, “Julia Julia Julia”, “La gallina melicera”, “El rey pobre”, y muchas otras hacen parte del inventario musical cotidiano de los colombianos y de su legado a la cultura colombiana.
Jorge Velosa nació en Ráquira, Boyacá, el 6 de octubre de 1949, y se inició en la música en los años 70 cuando estudiaba Veterinaria en la Universidad Nacional. Allí conoció a otros músicos inquietos y reinventaron el aire de la carranga. Ha grabado una veintena de discos y recibido otros premios y reconocimientos a su obra. Orden de la Libertad, por el departamento de Boyacá; Excelencia Nacional en Artes y Ciencias y Honoris Causa por la Universidad Nacional, Gran Collar de Oro de la alcaldía de Tunja, y el biólogo John Lynch reconoció su labor y bautizo con su nombre a una especie de rana descubierta en los años 90.
“Somos un canto a la vida… soy heredero y amanuense, yo simplemente froté un chorote y del chorote salieron cantos”.