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Por Juan Rincón Vanegas. Al poeta romántico y soñador de la música vallenata, Gustavo Gutiérrez Cabello, no lo asaltaron en su buena fe, ni tampoco le robaron el corazón y menos sus soledades y tristezas de amores del pasado. Esta vez, a un lado del camino quedó un desencanto que nunca había conocido: un millonario robo en su casa y como en una de sus canciones vuelve a repetir: “sobran las explicaciones cuando tristemente todo se acabó. Si ayer canté mañana también lo haré; no habrá resentimientos, no importa que ande herido”.
En medio del nerviosismo de estar en una situación desconocida para él y su familia y luego de ser noticia nacional ‘Tavo’ Gutiérrez recordó que cuando corría el año 1985, hizo un canto llamando la atención sobre el síndrome de la violencia que estaba aterrizando en su querido valle, ese que ha dibujado encantos desde distintos ángulos y siempre con el color de la alegría y la nostalgia de los tiempos idos.
Sin más preámbulos recordó el nacimiento de la canción premonitoria ‘Que la violencia no llegue al valle’. “En ese tiempo se hablaba de que en algunos lugares del departamento se estaban presentando secuestros, extorsiones, muertes, robos y fue así como hice la canción que me grabara Jorge Oñate, tres años después. Hice una noticia cantada y daba a conocer mi preocupación, pero ese fenómeno se tomó a Valledupar, mi valle querido, y hasta mi hogar llegó, gracias a Dios que se me respetó mi vida y la de los míos, en esa mañana triste donde no se pudo cantar, sino llorar. Vea periodista, como son las paradojas de la vida”. Entonces tomó su guitarra y cantó:
Que la violencia no nos llegue al valle
yo sentí el dolor, cuando aquí llegó
hay que respetar la vida,
la violencia siempre nos vuelve animal
hay que compartir lo que Dios nos dio
un sentimiento tan noble
y es la diferencia de ser racional.
Quiero compartir amor
que haya paz, no más odio en el mundo,
que el amigo sea noble y sincero
no más sangre miseria y dolor.
Y una plegaria por mi tierra
cantemos unidos,
es la voz que recorre el camino
y en el verso que rime una flor.
Hace una parada en su canto y expresa que “en este canto fui bastante gráfico y anoté todo lo que venía en camino y que ha dejado una estela de dolor por la perdida de seres queridos y la descomposición social”.
Que la violencia no nos llegue al valle
muere la calma aquí en la tierra mía
su suelo triste se llenó de ausencia
mi viejo valle que melancolía
Quiero sonreír pero la verdad.
Pero la verdad se impone
y es triste el momento que se vive hoy
robos por doquier, no hay sinceridad
el hombre se está perdiendo.
Quiero compartir amor
que haya paz, no mas odio en el mundo.
El amigo sea noble y sincero
no más sangre, miseria y dolor.
Al terminar de cantar dice que luego del hecho triste que le sucedió, la palabra que mejor encaja es “Perdón”. Así se llama la canción que le grabó Iván Villazón donde expresa:
Si perdoné, si comprendí
es porque llevó en el alma
una razón que yo aprendí
y es la más noble palabra
si Cristo fue el redentor
y nos enseña la historia
que perdonó en el final
y así demuestra su gloria,
el sentimiento más noble
lo vive aquel que perdona,
comulga paz con el mundo,
difícilmente traiciona…
Enseguida confiesa. “También estoy trabajando en una canción dedicada a la intolerancia porque en este país se reacciona es con violencia cuando el perdón y el amor es lo más bello. Se ha perdido todo, comenzando por el respeto y se hace necesaria la unión de todos para que nuestro querido valle vuelva a ser un remanso de dicha y de paz, amenizado en acordeón”, dice Gustavo Gutiérrez.
Armado de música
Lo que más le llamó la atención al compositor Gustavo Gutiérrez fue que los hombres que ingresaron a su casa fueron en busca de armas de fuego, cuando esas nunca han estado en sus manos. Lo suyo es otra arma mortal que rompe corazones a través de cantos llenos de poesía con alta dosis de sentimiento y además logra que el alma flote de felicidad en medio de los acordes de una guitarra o un acordeón.
Gustavo Gutiérrez comanda un ejército de fieles al auténtico vallenato donde un verso produce un grito de emoción y permite que la vida adquiera mayor sentido teniendo en frente al santo Ecce Homo, a la Virgen del Rosario, a las casitas de bahareque, al Guatapurí crecido, a las mujeres vestidas de piloneras, a las parrandas inolvidables y a un pedazo de poesía envuelto en los pliegues de su noble corazón, porque el cariño de su pueblo es más grande que la totalidad de sus canciones.
Valle inigualable
Gustavo Gutiérrez Cabello, estuvo sentado al frente de unos cañaguates florecidos que en los meses de enero y febrero adornan su valle querido. Ese valle de sus añoranzas donde quisiera que se volviera a despertar a la gente con una serenata cantada por un hombre enamorado, que la puerta de entrada a la casa estuviera abierta o atrancada con un taburete, que los niños jugaran a la lleva, que las muñecas de trapo fueran el principal motivo para que la felicidad se despertara en los ojos de las niñas, que las buenas costumbres sean el pan de cada día, que un paisaje de sol adorne el camino largo y que un canto vallenato se vuelva a repetir hasta que se raye el disco: “Que la violencia huya del valle”…Y para despedirse volvió a tomar su guitarra y canto:
Dame tu mano mi amigo,
que quiero saludarte
desde hace un tiempo que busco
la forma para hablarte
ven y hablemos de cosas
que nos traerán recuerdos;
coplas de viejos caminos
que enmarcan a mi pueblo.
Pueblo de mis cuitas
y realidades que en ti creció,
toda la grandeza del destino
que Dios te dio.
Que bello es el cielo,
de la tierra mía,
y el paisaje crece
crece en lejanía.
CORREO DE JUAN RINCÓN VANEGAS